Quiero compartir por aquí una reflexión que hice esta semana a raiz de un nuevo hito alcanzado con el que he afianzado más mi implicación en el proyecto del estudio de desarrollo de videojuegos noruego Megapop Games. Es la guía de lo que podría definirse como mi vida. El camino que he seguido para ser fiel a mis principios mantiendo la máxima de poder dedicarme solo a lo que consideraba una pasión y que me hacía feliz. El éxito, si viene, siempre deberá ser una consecuencia de lo que hacemos, no la finalidad última que sea lo único que importe.
Cuando tenía 14 años soñaba con poder trabajar algún día en una revista de videojuegos. Con 17 años conseguí hacerlo en la más importante del momento en España, Micromanía, gracias al apoyo de buenos amigos con los que me inicié en el mundo del ocio en Internet.
Luego soñé con crear mi propia revista y con 21 años fundé, junto al bueno de David Puig, Juegaenred.com, la que sería la primera revista digital en español especializada en juegos multijugador y masivos online. Y lo hice rechazando prácticas de la universidad en medios importantes de televisión y prensa.
En ese entonces, empecé a soñar con la posibilidad loca de poder trabajar en una gran empresa internacional de videojuegos. Con 25 añitos Funcom llamó a mi puerta, permitiéndome conocer Zurich y Oslo, así como muchas otras ciudades europeas y foguearme en la Champions League de los videojuegos a un nivel que jamás creí posible. Fue una época brutal, en todos los sentidos, de la que casi no sobrevivo, pero lo hice, y lo hice volviéndome mil veces más fuerte y sabio. Y no solo aprendí, sino que pude empezar a crear una gran red de contactos internacionales sólida que me permitiría hacer posible muchos de mis siguientes proyectos.
Más tarde, con 28 años me encontré ante una bifurcación de caminos. Proseguir la ruta por la que estaba caminando o crear una nueva, completamente desconocida, peligrosa, inestable, sin seguridades pero que podría llevarme a alcanzar un nuevo horizonte imposible soñado desde la infancia. Decidí rechazar la seguridad, incluso a coste de ignorar trabajar en una de las empresas que más adoraba y en una de las franquicias que más me había hecho soñar (La fuerza siempre será intensa en mi igualmente).
A raiz de esto, con 30 años terminé de dar forma a mi propio sueño de La marca de Odín, muchos dicen que fui un auténtico loco, un temerario, ¿pero para crear algo nuevo hay otra opción que no serlo? Ha sido una travesía durísima, con mil y un obstáculos que no dejan de crecer, pero también muy satisfactoria por conseguir solo, aunque con la ayuda de mucha gente increíble, seguir creciendo y demostrando qué si uno cree de verdad en uno mismo y en sus sueños no hay nada imposible.
A la vez, hace cinco años, empecé a ayudar y trabajar con un grupo de personas y profesionales geniales liderados por mi gran amigo y maestro Jorgen Tharaldsen, muchos de ellos excompañeros de Funcom, para crear un nuevo estudio de desarrollo de videojuegos en el que pudiésemos mantener una filosofía que respetara el principio de amar lo que hacíamos. Han sido unos años de locura, de subidas y bajadas. Pasando de lanzar el juego Trolls vs Vikings a pivotar haciendo Apps para otras compañías, a estar lanzando ahora mismo dos juegos casi a la vez, Trolls vs Vikings 2 y Meganumbers. Pero a pesar de todos los altibajos, manteniendo nuestra independencia y filosofía.
Pues bien, con 36 años se cumple un nuevo hito-sueño. Ya puedo decir oficialmente que Megapop Games es parte mía también a todos los niveles. No sé dónde llegaremos, pero sé que ser una pieza más de este engranaje mágico es algo que nunca llegué a ser capaz de imaginar cuando empecé mi carrera con 17 años.
¿Y qué mejor forma de celebrarlo que compartiendo con mis compañeros de Noruega mi primer libro en inglés para que disfruten estas navidades? Poder compartir mi gran proyecto personal con los profesionales que hacen posible que mi ahora ya completamente otro proyecto profesional no deje de crecer.
¿Pero sabéis lo mejor? Todavía quedan hitos y sueños aún más grandes por alcanzar. Y sí, este es el camino difícil, el que está repleto de riesgos, de inseguridades, pero es que la vida es eso, una continua lucha fuera de toda certeza. Y creedme si os digo que por muy imposibles que sean, los nuevos logros llegarán.
No hay otra opción posible. Es el destino. Todo está conectado.